Las chicas del radio
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La promesa de la luz y el desprecio a la salud
Durante la Primera Guerra Mundial, el radio se posicionó como el elemento ideal para garantizar visibilidad en condiciones de baja iluminación. Las trabajadoras, jóvenes y a menudo inexpertas, fueron contratadas para pintar las esferas de los relojes con una mezcla radiactiva. La técnica de “lip-pointing”, en la que afilaban los pinceles con los labios para lograr mayor precisión, las exponía de manera directa a pequeñas dosis de radio. En algunos casos, la fascinación por lo brillante llevó incluso a que se aplicaran la pintura en dientes, uñas o rostro, sin imaginar las consecuencias de ese “destello” químico.
El desconocimiento de los efectos del radio en la salud fue un factor determinante. Sin protección ni información adecuada, las jóvenes comenzaron a sufrir síntomas devastadores: pérdida de dientes, dolor mandibular intenso, fracturas óseas y el desarrollo de cáncer. La radiactividad, imperceptible a simple vista, se transformó en una enemiga interna que, sin remedio, se fue acumulando en sus cuerpos.
La ocultación y la lucha por la justicia
Consciente del poder destructivo del radio, la USRC se empeñó en ocultar la verdadera naturaleza del riesgo. Informes científicos que evidenciaban el daño fueron silenciados o manipulados. El famoso caso del dentista Theodor Blum, quien identificó la “mandíbula de radio”, y los estudios del patólogo Harrison S. Martland, sentaron las bases para vincular los síntomas a la exposición laboral. Sin embargo, la empresa optó por desacreditar a las trabajadoras, atribuyendo sus dolencias a enfermedades menores y desviando la atención de la exposición tóxica.La valentía de estas mujeres se plasmó en su lucha legal. Lideradas por Grace Fryer, cinco trabajadoras llevaron el caso a los tribunales en 1927. Enfrentaron tácticas dilatorias, testimonios manipulados y la despreocupación de una empresa que priorizaba el beneficio sobre la vida humana. Su coraje no solo generó una compensación para las afectadas, sino que también sembró las semillas del cambio en la legislación laboral y en la cultura de la seguridad en el trabajo.
Una maldición que perdura: la radiactividad en el más allá
El legado de las “Chicas del Radio” no se detuvo en sus luchas legales y sus evidentes sufrimientos. El radio-226, el isótopo empleado en la pintura, posee una vida media de aproximadamente 1.600 años. Esto significa que, incluso en la quietud de sus tumbas, los restos radiactivos de estas mujeres aún emiten radiación, un recordatorio silencioso y perturbador de una tragedia evitable. Sus cuerpos seguirán siendo radiactivos durante milenios, manteniendo vivo el eco de una negligencia que marcó la historia.Conectando ciencia, historia y justicia
La historia de las “Chicas del Radio” es una lección atemporal: el avance científico sin el debido conocimiento y la falta de protección pueden llevar a consecuencias irreparables. Este caso, que une el saber de la química, la ignorancia sobre la radiactividad y la desprotección de los trabajadores, destaca la importancia de la transparencia y la seguridad en los ambientes laborales.Si te interesa conocer más detalles y seguir la narrativa de esta trágica historia a través de las imágenes, te invito a leer mi hilo de Twitter, el cual se ha preparado especialmente para #DesgranaHilos2. En ese hilo encontrarás una crónica emocionante y directa que conecta la ciencia con la historia de justicia laboral.
🧵 Hilo de Twitter relacionado:
Las chicas del radio – Hilo completo en mi twitter, colaborando con Hypatia Café y #DesgranaHilos2
Para saber más sobre esta historia recomiendo el libro de Kate Moore "Las chicas del radio, Lucharon por la justicia, pagaron con sus vidas". También se recordó esta historia en la película Radium Girls (estreno inicial en 2018 en festivales, estreno en cines y plataformas digitales en 2020), el libro Las chicas del radio de Kate Moore (2018) y el cómic Radium Girls (2020) de la ilustradora Cy. También recomiendo la historia narrada con un poco de humor por el comediante Eduardo Espinosa en el podcast "El Dollop"
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