Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia
El 14 de marzo de
2011, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la
Mujer de la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) redactó un informe sobre el acceso y la
participación de la mujer y la niña en la educación, la capacitación y la
ciencia y la tecnología, incluida la promoción de la igualdad de acceso de la
mujer al pleno empleo y a un trabajo decente. En su resolución del 22 de
diciembre de 2015, la Asamblea General de la ONU declaró el 11 de
febrero Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia en
reconocimiento al papel clave que desempeñan las mujeres en la comunidad
científica y la tecnología.
¿Por qué dedicamos un día a la mujer y la niña en la ciencia?
La igualdad de
género ha sido siempre un tema central de las Naciones Unidas y contribuye
decisivamente no solo al desarrollo económico del mundo, sino también al
progreso respecto de todos los objetivos y metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Uno de los
problemas actuales es la falta de referentes científicas para las niñas y jóvenes, así como la
poca o mala visibilidad de mujeres científicas a la población general. En
relación con la forma de presentación de las científicas en libros de texto, literatura y medios de comunicación, frecuentemente se nos presenta con
estereotipos: mujeres raras, sin vida personal y dedicadas a su trabajo, o señalando
que el cerebro y la belleza nunca van de la mano. Al perpetuar los
estereotipos, los libros afectan la forma de pensar de las personas. El Día Internacional de las Mujer y las Niña en la Ciencia trata de visibilizar a las mujeres en la ciencia y la tecnología para i
Mujeres científicas: el efecto Matilda
Durante el
desarrollo de la carrera como científicas, las investigadoras estamos sometidas
a los efectos de los sesgos: en el acceso a puestos de trabajo, las
evaluaciones subjetivas o en las cartas de recomendación, y sesgos
característicos de la carrera investigadora. Los méritos en investigación
dependen del reconocimiento de otros miembros de la comunidad científica al
trabajo realizado mediante las publicaciones y sus citas, invitaciones a
conferencias, proyectos competitivos, premios y nominaciones, entre otros.
Se llama efecto
Matilda a la discriminación y prejuicio que se produce en contra de reconocer
los logros de las mujeres científicas cuyas aportaciones suelen atribuirse a
los hombres con los que trabajan. Fue acuñado por la historiadora de la ciencia
Margaret W. Rossiter en 1993, inspirada por Matilda Joslyn Game (1826-1898), la
primera activista en denunciarlo en su ensayo “La mujer como inventora”. Algunos de los casos de los siglos XIX y XX que ilustran el efecto Matilda incluyen los de Nettie Stevens, Chien-Shiung
Wu, Marie Skłodowska-Curie, Lise Meitner, Marthe Gautier, Esther Lederberg, Marietta
Blau, Gerty Cori, Rosalind Franklin y Jocelyn Bell Burnell. Actualmente, aunque existen frecuentes quejas
de sesgos en los premios otorgados o las invitaciones a conferencias, no suele
ser fácil demostrar y cuantificar la invisibilidad del trabajo y méritos de
las mujeres científicas. A consecuencia, se ha creado la iniciativa “No more Matildas”,
que trata de concienciar a la población de los sesgos en la ciencia y de la prejuicios
que sufren muchas mujeres para que no haya más casos de discriminación.
Barreras y el techo de cristal
Las mujeres científicas
tienen más dificultades para promocionar, y en muchos casos el ambiente de
trabajo, el sesgo en las evaluaciones, la falta de facilidades para la
conciliación familiar, la descompensación entre esfuerzo y recompensas, y la
discriminación tienen un papel importante en la alta tasa de abandono. Sin embargo, tan solo una de cada cinco mujeres
que abandona el área STEM deja de trabajar. En general, inician nuevas empresas
o trabajan en otras áreas. Aunque las situaciones más evidentes de sexismo y
acoso están disminuyendo, aún existe una gran proporción de mujeres que han
sufrido situaciones sexistas o de acoso en su lugar de trabajo—desde comentarios inapropiados relativos a la belleza o diferencias cognitivas
por sexo, hasta comentarios de contenido sexual, así como las bromas sobre la
belleza, estereotipos o sexuales—, y más alta que la proporción de hombres en
estas situaciones desfavorables. A pesar de que actualmente la gran mayoría de
instituciones académicas tienen planes de igualdad y que están funcionando
bastante bien, el desconocimiento de estos planes y de los pasos para denunciar
incidentes hacen que siga habiendo casos de discriminación y acoso.
El Techo de
Cristal se refiere a las dificultades de las mujeres en el ascenso en la
carrera investigadora. El índice de Techo de Cristal mide las oportunidades de las mujeres, comparadas con
los hombres, e indica la posibilidad de que las mujeres puedan ascender a los
puestos más altos de jerarquía. Se calcula comparando la proporción de mujeres en investigación (Cátedra,
Titularidad, Personal Investigador Científico, Científica Titular), en relación
con la proporción de mujeres en la posición más alta (en la carrera
investigadora sería la Cátedra), y va de 0 a infinito. Un índice con valor 1 indica
que no existen diferencias en la promoción entre mujeres y hombres, un valor
por debajo de 1 significa que las mujeres están sobrerrepresentadas en las
cátedras y un índice cuyo valor está por encima de 1 indica la existencia del
techo de cristal, es decir, que las mujeres están subrepresentadas en las
cátedras. Cuanto mayor sea el valor del índice, mayor es el techo de cristal y
más difícil resulta para las mujeres alcanzar la posición más alta en la
carrera investigadora. En Europa también hay una menor proporción de mujeres en
los puestos más altos de la jerarquía, que es incluso más evidente en las áreas
científico-tecnológicas.
En mi opinión, hace falta hacer cambios a todos los niveles de la carrera científica. El rol de cuidadora de la mujer es uno de los motivos de que exista desigualdades y, en definitiva, el Techo de Cristal. En primer lugar, la sociedad sigue adjudicando a las mujeres el papel de cuidadoras de la familia, cargando con responsabilidades y tareas que hacen además de sus trabajos como una doble jornada. Este desequilibrio beneficia al hombre, o a las personas que no tienen cargas familiares. Beneficiaría un cambio en la cultura del esfuerzo, aumentar la productividad, no premiar el presentismo, y mejorar la definición de funciones. Además, existe la falsa creencia de que los hombres tienen un mayor compromiso con el trabajo, y que los hombres pueden ejercer el liderazgo de un grupo de trabajadores de forma más eficiente que las mujeres. Esto se podría evitar permitiendo que las mujeres con los méritos necesarios para tener puestos de liderazgo en la carrera científica (por ejemplo, méritos para ser Investigador Principal y Profesor Titular) puedan acceder a ellos, fomentando su ascenso hacia esos puestos de la misma forma que se avala el ascenso del hombre. Los currículums, evaluaciones y publicaciones ciegas son una muy buena opción para evitar posibles discriminaciones de cualquier tipo: por su género, apariencia física, su edad, situación familiar, etc. En la selección de candidatos para un puesto o para un ascenso, todavía existen empleadores con miedo a que las mujeres se queden embarazadas o tengan cargas familiares, lo que afecta de manera negativa en los procesos de selección.
Desde hace varias
décadas, diversas organizaciones han puesto el foco en inspirar y promover la
participación de las mujeres y las niñas en la ciencia, así como en aumentar la
visibilidad de las mujeres en la ciencia y la tecnología, y a pesar de las
dificultades, cada vez hay una mejor educación, políticas e iniciativas para la
igualdad. Felicidades a todas las mujeres y niñas que persiguen y logran sus
sueños. Aprovecho para recomendar algunos libros sobre mujeres científicas que
pueden ser un gran regalo (o un autorregalo) para ayudar a reducir la brecha
de género: Literatura infantil y juvenil, y para un poco más mayores. A mí me gusta regalar este libro, una serie de biografías de cada una de las 17
científicas galardonadas con el Premio Nobel hasta el momento en el que se
escribió (2018). Actualmente, son 25 la mujeres que han recibido esta
distinción, una cifra muy
por debajo de lo esperado por la proporción de mujeres en ciencia.
¡Feliz día internacional de la mujer y la niña en la ciencia!
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